EDITORIAL
El Método Clínico, un factor clave en la Lucha por la Excelencia
The clinical methods- a key factor to attain excellence
En la Lucha por la Excelencia
en todos los servicios de salud, a la que nos convocó el líder
de la revolución cubana, el empleo sistemático y generalizado
del método clínico, es sin duda, un factor clave.
Son abundantes, tanto
en cantidad como en calidad, las publicaciones y las intervenciones de autores
bien avalados por su experticia, alcanzada en los muchos años entregados
al ejercicio de su labor profesional, en la asistencia y en la docencia, que
han abordado este tema.
Se cuenta así,
con contundentes y claros argumentos que magnifican al método clínico,
como esencia misma de la calidad de la atención médica que se
realiza en todo momento y espacio, dentro del Sistema Nacional de Salud cubano
y, aún más, la que se realiza por el ejercicio en la práctica
del principio de la ayuda internacionalista que Cuba socialista declara y ejerce.
Los efectos positivos
del empleo del método clínico, sobrepasan los propios de la buena
atención médica, su objeto principal, y con ella, además,
la satisfacción de los pacientes y sus familiares.
El método clínico
favorece que las indicaciones para el uso de medios y servicios que permiten
arribar al diagnóstico del problema de salud que afecta al paciente,
se ajusten a lo realmente necesario, y de igual manera, en las indicaciones
terapéuticas y medicamentosas para restaurar la salud al máximo
posible, o para evitar complicaciones predecibles.
Es así que, el
reclamo para reducir los gastos innecesarios en la atención médica,
tiene una herramienta principal en el correcto empleo del método clínico
y no solo en el orden del gasto del presupuesto estatal, sino también
en el orden del gasto del presupuesto familiar o personal.
Con el empleo del método
clínico, se pueden alcanzar efectos positivos en la atención integral
y la integralidad funcional del Sistema Nacional de
Salud y por ende, en la calidad del Sistema; se puede detectar oportunamente
la conveniencia o necesidad, de la concurrencia de determinado especialista
u otros teniendo en cuenta el problema de salud que está afectando al
paciente, se puede decidir su traslado o remisión a otro servicio, dentro
de la propia institución en que se le está atendiendo o hacia
otra institución, cercana o distante, según se requiera y puede
determinarse con mayor precisión, las condiciones y el tiempo para ese
traslado.
El empleo consecuente
del método clínico, contribuye a destacar la importancia y utilidad
de la conocida referencia y contrarreferencia, para la regularidad funcional
del Sistema, en beneficio del paciente, su objetivo central.
El empleo del método
clínico, induce a las consultas programadas del paciente cuando no está
hospitalizado, para su adecuado seguimiento evolutivo en relación con
su padecimiento.
En varios trabajos se ha abordado el tema de la adherencia o de la adhesión, unos emplean el primer término y otros el segundo, pero con ambos se quiere decir lo mismo: el cumplimiento por parte del paciente de todas las indicaciones curativas y preventivas que ha recibido de su médico de atención, unas veces solo al paciente y en otras también a los familiares. Sin duda, el empleo del método clínico, contribuye a incrementar los niveles de la adhesión o adherencia de los pacientes, a las indicaciones médicas recibidas.
El método clínico,
tiene, además, aunque no siempre se tiene en cuenta como se debe, una
expresión
documental, que es la Historia Clínica. Aunque digo expresión
documental, en realidad es un componente del método clínico,
al facilitar su continuidad con el registro de los resultados en todo el proceso
de examen del paciente, como de las investigaciones realizadas, de las observaciones
en evaluaciones de la evolución, de las indicaciones terapéuticas
y sus efectos; así todo lo que se sabe integra una buena historia clínica.
En diferentes situaciones,
el reflejo en la historia clínica del empleo del método clínico
tiene un apreciable valor, pudiera ser, la evolución del paciente y su
relación con el problema de salud que le afecta, las respuestas en relación
con determinados medicamentos, las medidas que se aplicaron para su mejora y
que contribuyen a aumentar la certidumbre del diagnóstico presuntivo
en relación con el diagnóstico final, o el análisis durante
la discusión de fallecidos, de la correlación entre los
resultados anátomo-patológicos y los diagnósticos que le
precedieron; todo es una fuente de enseñanza de insustituible valor.
La historia clínica se convierte así,
en un elemento valioso para la superación continua del propio
médico que brinda la atención.
La buena historia clínica
se construye en el ejercicio del método clínico, sin este, será
un documento inerte que puede llenar espacios en los archivos, pero no en la
experiencia y los conocimientos y que, además, disminuye su utilidad
para los propósitos de mejorar la calidad de la atención médica.
La historia clínica
debe y tiene que ser, un fiel reflejo del empleo del método clínico
a cuya excelencia sirve. No se le debe ver como un registro más al que
conmina las normas administrativas y sí un útil complemento en
el que se puede reconocer el desarrollo en la práctica asistencial del
método clínico, en su marco ético y de gestión a
favor del paciente.
La consecuente buena
historia clínica puede servir para valorar el tiempo que transcurre entre
las indicaciones de pruebas y exámenes, su realización y la recepción
de sus resultados; entre la solicitud de la participación de otro especialista
y la prestación de ese servicio; entre la indicación de traslado
y su ejecución efectiva.
Otra situación
pudiera ser, en el cuidado de un paciente, como cuando, por distintas razones,
el médico que lo atiende no puede continuar prestándole sus servicios.
Para el paciente en primer lugar y para el que le sustituye en esa función
asistencial, la historia clínica es imprescindible.
He tratado de que se
reconozca a la historia clínica como razón de ser por y para el
método clínico y este, como se sabe, su razón de ser es
el proceso de atención de un médico a un paciente.
Hay que precisar las
causas directas e indirectas, de mayor o de menor peso, que llevaron a que hasta
en la prensa, en sus variadas formas, se mencionara críticamente el pobre
empleo del método clínico en nuestros servicios asistenciales
y aún más importante, a que el lineamiento No. 156, aprobado en
el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba indique: "Consolidar
la enseñanza y el empleo del método clínico..."
Varias causas pueden
estar presentes en lo anteriormente señalado pero sin dudas, algunas
estarán arraigadas en escenarios y servicios específicos, por
lo que unido a las medidas que se han de tomar o se están tomando en
los servicios asistenciales, se requerirán de algunas otras medidas,
también específicas, para que sean aplicadas en instituciones
y servicios determinados, lo que indica claramente, que la consolidación
y empleo del método clínico son acciones priorizadas en la gestión
de dirección en todas las instancias de salud del país.
El método clínico,
es el método que identifica el ejercicio profesional, asistencial, del
médico, si no se emplea ¿cómo identificar y evaluar ese
ejercicio?
Por otra parte, el método
clínico, realizado y desarrollado consecuentemente, puede proporcionar
efectos positivos en otros aspectos y componentes de la atención médica,
en elementos de la estructura, del proceso, de los resultados y en la organización
y funcionamiento del servicio en que tiene lugar esa atención.
Puede pensarse que con
lo antes planteado exagero los posibles beneficios que se pueden obtener con
la aplicación correcta del método clínico, aunque algunas
de las ideas ya expuestas, dan base argumental a esos beneficios posibles. Veamos
algunas otras.
Para el interrogatorio
y examen del paciente, ¿se asegura la privacidad requerida?, ¿qué
se puede hacer para lograrla? Para el examen del paciente, ¿se tienen
al alcance los instrumentos necesarios y en buenas condiciones?, ¿por
qué no? ¿Cómo asegurarlos? Algo que puede parecer superfluo,
¿se aseguran los medios para el lavado de las manos cuando el médico
pasa del examen de un paciente a otro? En los servicios en los que se integra
la docencia ¿pueden alcanzarse los objetivos, por ejemplo en el pase
de visita sin la base del método clínico?, pero además,
en ese continuo aprendizaje en el trabajo de los profesionales de la atención
médica ¿no es el método clínico un fundamento esencial,
incluso para la discusión de casos?
Con el método
clínico, se promueven proyecciones para las investigaciones, no solo
para lograr nuevas técnicas o nuevos medicamentos, si no también
para valorar la eficacia de técnicas y medicamentos.
Cabe preguntarnos si
por ejemplo, en un indicador de regular uso en el Sistema Nacional de la Salud
como es la estadía, ¿tendrá influencia la aplicación
adecuada o no del método clínico? El alta de un paciente que ha
de partir de su situación específica, de su estado de salud dentro
del proceso patológico que lo afecta y por el que es atendido, ¿no
alcanza mayor certidumbre cuando se afianza en el método clínico?
Estamos concientes de
que en todo trabajo humano y dentro de este el de la atención médica,
se cometen errores, sin calificar como tales a la negligencia, el descuido,
la indisciplina. Si en la atención médica se utiliza el método
clínico como se debe, es más fácil detectar e identificar
el error oportunamente y adoptar las medidas que aseguren su no repetición,
un aspecto importante para el mejoramiento continuo de la calidad.
Según el Anuario
Estadístico de Salud Pública del año 2010 se registraron:
1 134 889 ingresos hospitalarios, 57 172 305 visitas o consultas médicas,
sin incluir las emergencias, dentro del marco de una red asistencial que al
menos consta de 237 unidades con servicios hospitalarios y 488 policlínicos.
Podemos preguntarnos,
si el método clínico hubiese estado presente y generalizado en
la atención médica de esa red, en ese volumen de atención
registrada, ¿los efectos en los resultados de
salud de los pacientes atendidos y en los gastos incurridos en esa atención,
¿pudieran haber sido mejores?
Si se continua registrando un volumen semejante de esas atenciones médicas y se trabaja para asegurar la aplicación consecuente del método clínico en toda esa red, ¿avanzaríamos o no, en efectividad, eficiencia, calidad y satisfacción de la población?
El mejoramiento continuo
de la calidad es la esencia de la Lucha por la Excelencia. En la gestión
para esa mejora continua, como se sabe, se pone énfasis en los procesos.
Se ha de considerar también, siguiendo el enfoque sistémico planteado
por Donabedian, la estructura y los resultados, pero el seguimiento,
el control, la evaluación del proceso, y su perfeccionamiento posible,
es lo que da lugar a esa expresión conocida de todo bajo control
que quiere decir que el proceso es predecible y se desarrolla adecuadamente
según normas establecidas con base a las evidencias.
El método clínico
define precisamente el proceso de la atención médica a los pacientes,
asegurar que ese proceso se realice siguiendo los principios y las normas establecidas
según las evidencias obtenidas a lo largo del tiempo por los profesionales
médicos. Este proceso es predecible en todas las fases de su realización,
hace perfectible la labor asistencial en función de la calidad, la efectividad
y la eficiencia de la atención médica, por lo que contribuye a
la satisfacción de usuarios y proveedores y así, a dirigir los
esfuerzos a la excelencia, que por cierto, vale aclarar, tiene un horizonte
movible, porque cuando se llega a lo que hemos fijado como objetivos de calidad,
es decir se llega al horizonte que se veía y se quería alcanzar,
ya los nuevos conocimientos, las nuevas condiciones del ambiente externo e interno,
los avances tecnológicos, indican la aspiración y posibilidad
de lograr resultados superiores dentro de los aspectos antes mencionados.
Por lo antes expuesto,
parece aceptable, situar al método clínico, como factor clave
para mejorar la calidad, la eficiencia, la efectividad, la satisfacción
con la atención médica y con ello alcanzar victorias en la Lucha
por la Excelencia.
Prof. Benito Pérez Maza
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