La autora declara que no tiene conflicto de intereses.
En la actualidad existen movimientos y organizaciones que trabajan y luchan por la equidad laboral de género, en contra de su violencia y por los derechos de la mujer. Se trata de conquistar un espacio en el ámbito social, cultural y político en aquellos sectores que históricamente han aislado y discriminado a las mujeres. Es importante realizar cambios socioculturales en las relaciones de poder y saber aprovechar las fortalezas de la realidad actual, para lograr la equidad en las políticas de género y así garantizar la igualdad humana.
Existen estudios sobre la situación de la comunidad transgénero en diversos países. Algunas investigaciones realizadas en Estados Unidos han sugerido que existen, aproximadamente, 700 000 personas transgénero, cifra que se considera conservadora.
Para los profesionales de la salud mental, es importante reflexionar sobre el papel que históricamente ha tenido el psicólogo en esta dinámica. Estos especialistas poseen las competencias para que estos comportamientos no sean tratados como enfermedades, que en la actualidad son identificados como trastornos o disforia sexual por su autoconocimiento no heterosexual. De aquí que se considere, que no se debe excluir de la vida social a toda una comunidad afectada, como lo son las mujeres transgénero (
El término transgénero está referido a un espectro amplio de individuos que transcienden o que de forma persistente se identifican con un género diferente al que le fue asignado al nacer, según su sexo biológico. Para tratar de forma holística a la identidad de género hay que reconocer que las personas
En el contexto de la práctica psicológica, específicamente en el trabajo psicoterapéutico que se realiza con las personas víctimas de violencia de género, se debe prestar atención a la falta de ayuda especializada que reciben las mujeres
La construcción de la masculinidad es un legado de trascendencia sociocultural, patriarcal, que condiciona que el hombre actúe como hombre, a partir de las características que la sociedad le ha asignado respondiendo a una cultura tradicionalista. De igual manera se comporta el constructo de la femineidad, cuando el hombre y la mujer no actúan acorde a esas características y se sale de lo socialmente aceptable, se considera como un comportamiento anormal.
El proceso de la socialización de género continúa transmitiendo los mensajes de actuar y pensar como hombre (predominancia, dominio de sus emociones, tomar la iniciativa sexual, agresividad, entre otros) y actuar y pensar como mujer (se le atribuye pasividad, dependencia, ausencia de fantasías eróticas, entre otros). Es la promotora del odio y rechazo hacia las personas que no encajan en ese modelo sexual dominante de los géneros. Este modelo tradicionalista, fundamentalmente, se caracteriza por la heterosexualidad, la excitación masculina en el coito y la pasividad femenina. En algunos casos erróneos, al no cumplirse con el modelo, los comportamientos y expresiones sexuales se explican desde una perspectiva enfermiza.
Una enfermedad, o estado anormal, puede ser provocada por causas conocidas o desconocidas. Históricamente, y hasta hace muy poco, la sociedad asignaba a las personas
El ejemplo más claro se encuentra en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV),
Desde la conceptualización de las personas, que a partir de sus propias experiencias reconocen sus identidades, las
El estado de la identidad de género de uno mismo (autoidentificación como hombre, mujer, ambos o ninguno) que no se corresponde con el género asignado a uno mismo (la identificación por parte de los demás de si es hombre o mujer en función del sexo genético o físico). No implica ninguna forma específica de orientación sexual; las personas transgénero pueden identificarse como heterosexuales, homosexuales, bisexuales, pansexuales, polisexuales o asexuales.
En el campo político y sociocultural se utilizan términos como sexismo, misoginia y género, que influyen en la percepción subjetiva de las diferentes instituciones del sistema patriarcal predominante y la construcción de la ideología de la enfermedad.
El sexismo: “sobrevalorar un sexo con relación al otro”. La misoginia: “las conductas de odio, implícitas o explicitas, contra todo lo relacionado con lo femenino, tales como rechazo, aversión, desprecio contra mujeres”. Género: “es una construcción simbólica que alude al conjunto de atributos socioculturales asignados a las personas a partir del sexo biológico, que convierte la diferencia sexual en una desigualdad social entre hombres y mujeres”.
El DSM-5
Algunos profesionales en el área de salud definen al transgénero como: personas que se apartan de las pautas sociales relacionadas con su género y rompen con los estereotipos sociales y culturales a él asignados.
La creciente concientización de que la expresión de la sexualidad en formas diferentes a las socialmente dominantes y a las tradicionales es una realidad sana y normal, ha abierto el camino a que la sociedad, entendiéndose esta como la familia y la comunidad, vaya tomando conciencia de que cada individuo tiene derecho a encontrarse con su propia identidad y vivir acorde a ella, asegurando así su salud mental. Este proceso de aceptación y entendimiento permite que la comunidad profesional de salud mental admita que los comportamientos enfermizos no provienen de las experiencias de las personas
Esto se debe a que la salud sexual “es la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y socio-cultural relacionado con la sexualidad.”
En otros términos, se podría decir que los comportamientos anómalos son de los que atacan a las personas
Se puede concluir, que las actuaciones de la cultura dominante hacia la comunidad
Para asegurar el derecho a la salud mental y para desarrollar un tratamiento clínico adecuado es importante que cuando una persona transgénero necesite ayuda psicológica, se atienda bajo las mismas normas y pautas metodológicas que se aplican con cualquier persona que necesita atención. Si se parte de la normalización, centrada en el individuo, se estará tratando a la persona transgénero respetuosamente, lo que permitirá que su tratamiento terapéutico tenga resultados favorables.
La sociedad debe seguir el ejemplo de los movimientos que luchan por los derechos de las mujeres y las personas LGBTI (lesbianas,