Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.
Los problemas específicos de las familias reconstituidas se asocian con algunas características que presentan las relaciones de los miembros de la pareja actual con sus respectivas exparejas desde la ruptura de la conyugalidad.
Identificar la relación entre el divorcio emocional, el conflicto coparental, el parentaje paralelo y los conflictos familiares que se manifiestan a partir de la inclusión del padrastro o la madrastra en la convivencia.
Se desarrolló un enfoque mixto de investigación con un diseño de dos etapas de transformación de datos cualitativos en cuantitativos. Participaron 68 familias de la ciudad de Pinar del Río, con tiempos de inclusión del nuevo miembro en el hogar entre 6 meses y 5 años.
Todos los aspectos evaluados del funcionamiento de las parejas se relacionaron con conflictos que surgieron entre los miembros de la familia reconstituida de la unidad de convivencia e involucraron a familiares no residentes en el hogar. El conflicto coparental que se expresó en las parejas desde la ruptura de la conyugalidad y el divorcio emocional se relacionaron con culpas, conflictos de lealtad y conflictos relacionales; mientras el parentaje paralelo mostró una relación significativa con las culpas.
Las dinámicas relacionales de las parejas parentales son potencialmente conflictivas y constituyen factores de riesgo para la reconstitución familiar y la funcionalidad de las familias reconstituidas.
The specific problems of reconstituted families are associated with some characteristics that present the relationships of the members of the current couple with their respective exes since the break-up of conjugality.
To identify the relationship between the emotional divorce, the co-parenting conflict, the parallel parenting and the family conflicts that are manifested from the inclusion of the stepfather or stepmother in the cohabitation.
A mixed approach of research with a two-stage design of qualitative data transformation in the quantitative level. 68 families from Pinar del Rio participated, being from 6 months to 5 years the inclusion time of the new member at home.
All the evaluated aspects of the functioning of the couples were related to conflicts that arose between the members of the cohabitation unit in the reconstituted family and those involved family members not residing in the home. The co-parenting conflict that was expressed in the couples from the rupture of conjugality and the emotional divorce were related to guilt, conflicts of loyalty and relational conflicts; while the parallel parenting showed a significant association with the guilts.
The relational dynamics of parental couples are potentially controversial and constitute risk factors for the family reconstitution and the functionality of the reconstituted families.
Las familias que tienen historias de repitencia conyugal de algún miembro de la pareja, fundamentalmente si conviven con hijos menores de uno de ellos, son de interés para las ciencias sociales y, en particular, para la psicología de la familia. Este tipo de composición se encuentra entre las familias como organizaciones diversas y complejas, noción a la que transitó el concepto anterior de familia como modelo único.
Las modificaciones en la estructura y organización de la familia es uno de los cambios importantes vividos por la familia en Cuba
Las familias reconstituidas presentan otras dificultades relativas a las intrusiones de los ex cónyuges como son: la autoridad diferente sobre hijos diferentes,
Después de la separación o el divorcio, los progenitores comienzan a funcionar solo como pareja parental. En este tránsito de la conyugalidad a la parentalidad es necesario que los padres se aíslen del conflicto conyugal en función de garantizar la continuidad de las funciones parentales, evitando que los hijos queden atrapados en esas desavenencias.
El éxito y las dificultades de estas familias también se asocian con aspectos dinámicos que se originan en el matrimonio anterior y durante la organización monoparental.
No se encuentran estudios que examinen la relación del funcionamiento de las parejas parentales con las dificultades que presenta la familia reconstituida con posterioridad a la inclusión del nuevo miembro. Ante la falta de evidencia empírica y para responder a las interrogantes del proyecto de investigación “Evaluación psicológica de las familias expuestas a procesos críticos de vida familiar,”
Investigación con enfoque mixto y con diseño secuencial de dos etapas en la modalidad de transformación de datos cualitativos en cuantitativos.
Participaron 68 familias con la característica común de la presencia de al menos un hijo no común de la pareja conyugal. Se seleccionaron del universo infinito de familias con este tipo de configuración, pertenecientes a las áreas de salud de los policlínicos universitarios “Pedro Borrás Astorga” y “Luis A. Turcios Lima” del municipio Pinar del Río, en la provincia con igual nombre, entre 2015 y 2017.
Con el objetivo de identificar las áreas donde residía la mayor cantidad de familias, para obtener una muestra intencional del tamaño y las características deseadas, se revisaron las historias de salud familiar de los consultorios médicos y se entrevistaron a sus médicos y enfermeras. El tamaño de la muestra dependió del criterio de factibilidad, debido a que los instrumentos cualitativos de investigación propuestos exigían de jornadas extensas para su aplicación e interpretación.
Se definió al grupo familiar conviviente como la unidad de análisis y se establecieron como criterios de inclusión: que las familias estuvieran dispuestas para colaborar con el estudio, que se encontraran en periodos entre 6 meses y 5 años a partir de la inclusión del nuevo miembro y que el vínculo de la pareja podía ser matrimonial o por unión consensual. El criterio de exclusión fue la presencia de miembros con alguna discapacidad que limitara o impidiera la aplicación de los instrumentos de investigación. La conformidad de las familias para participar en el estudio se expresó mediante la firma del consentimiento informado por parte de la pareja conyugal. A las familias se les garantizó la confidencialidad en el uso de la información.
Del total de familias, solo 43 (63,2 %) estuvieron compuestas por el subsistema parental y los hijos. En 22 (32,4 %) de estas familias convivían solo los hijos no comunes de la pareja actual y en 21 (30,9 %) familias convivían los hijos no comunes y los descendientes de la pareja. De las 25 (36,8 %) familias compuestas por el subsistema parental y miembros de la familia extensa, en 10 (14,7 %) los hijos convivientes no eran comunes de la pareja y en 15 (22,1 %) familias convivían los hijos comunes y no comunes. Según el tiempo de inclusión del nuevo miembro en el hogar, 19 (27,9 %) familias se encontraban entre 6 meses y hasta 2 años y 49 (72,1 %), de 2 a 5 años. La media del tiempo de convivencia fue de 4 ± 1,5 años.
Divorcio emocional: elaboración psicológica de los efectos de la ruptura, saldo de deudas emocionales, culpas y resentimientos y la consiguiente independencia emocional de un cónyuge con respecto al otro tras la resolución total del conflicto entre la pareja. Parentaje paralelo: cuando la madre y el padre biológicos operan con la mayor independencia posible para la crianza de los hijos, con poca coordinación y consulta entre ambos. Conflicto coparental o conflicto parental: referido a los conflictos entre la madre y el padre biológicos, una vez separados, que se expresan en ausencia de diálogo e irrespeto entre las partes y la presencia de emociones negativas como la ira, el rencor y el odio. Conflictos de diferencias: desacuerdos en criterios y perspectivas sobre diferentes cuestiones que no afectan de manera esencial las relaciones. Conflictos de relación: cuando las diferencias conducen a la interrupción de las relaciones o a confrontaciones abiertas o destructivas con un cuestionamiento profundo del otro y de las posiciones que las partes ocupan en la relación. Conflictos de lealtad: cuando la persona, depositaria del conflicto de dos, se siente atrapada porque tiene una relación estrecha y significativa con las dos partes. Celos: expresión de inseguridad en las relaciones por desconfianza del cariño de los otros. Las manifestaciones afectivas a los otros se perciben como indicador de que el afecto hacia sí, es menor o está ausente. Culpas: proceso de adjudicación-asunción de responsabilidades por hechos o comportamientos de connotación negativa, que se interpretan como consecuencia de los sentimientos o las conductas de los otros.
Las manifestaciones de divorcio emocional, conflicto coparental y parentaje paralelo se evaluaron a partir de las rupturas de las parejas conyugales anteriores de cada miembro de la pareja actual. El divorcio emocional se evaluó en cada miembro de la actual pareja conyugal y se categorizó como: para ninguna de las parejas anteriores, solo en la pareja anterior de la mujer o del hombre y en ambas parejas anteriores. Las categorías conflicto coparental y parentaje paralelo se evaluaron en la pareja parental de la madre o del padre conviviente en la unidad de análisis. Para el cálculo de las correlaciones se asignaron las categorías presencia o ausencia a: conflicto coparental, parentaje paralelo, conflictos de diferencias, conflictos de relación, conflictos de lealtad, celos y culpas.
La información se obtuvo a través de los instrumentos de investigación cualitativa: entrevista individual aplicada a los miembros de la pareja, entrevista familiar, Escala de valoración familiar, Un lugar para cada miembro de tu familia, la Curva de la vida familiar y el dibujo temático de la familia aplicado a los niños entre cinco y diez años. Se empleó la observación participante.
El diseño previó la obtención de información y el análisis de material emergente sobre los familiares que no viven en la casa: padre, madre, abuelos, cónyuges del padre y de la madre no convivientes y los respectivos excónyuges del padrastro o la madrastra. Todos los instrumentos se aplicaron en el hogar de cada familia.
En la primera fase de la investigación, los datos obtenidos de las técnicas cualitativas se sometieron a un análisis de contenido que permitió la definición de categorías con el empleo de la triangulación por fuentes y por técnicas. En la segunda fase del estudio las categorías se codificaron, se registraron en una base de datos Excel 2007 y se procesaron con el programa estadístico SPSS versión 2.0.
Se evaluó si existía asociación entre el divorcio emocional, el conflicto coparental y el parentaje paralelo con cada uno de los conflictos relacionales, de diferencias y de relación, y de los conflictos emocionales, de lealtad, celos y culpas. Se utilizaron los porcentajes y la media con su desviación estándar. Para la comparación de proporciones se empleó la prueba chi cuadrado (χ²) con y sin corrección por continuidad según correspondiera.
El divorcio emocional mostró diferencias significativas, en las tres categorías en que se evaluó, en relación con los conflictos de diferencia, con los conflictos de lealtad y con las culpas. No se halló significación estadística de la relación del divorcio emocional y el resto de los conflictos evaluados (
*
El cálculo de las correlaciones reveló, además, que existen diferencias significativas en la relación del conflicto coparental con los conflictos de relación, con los conflictos de lealtad y con las culpas. Esta última relación se reveló muy significativa como se muestra en la
*
Las frecuencias más elevadas se correspondieron con aquellas familias donde se manifestaron conflictos de relación, de lealtad y culpas y la madre o el padre de los hijos convivientes mantenía conflictos intensos con el otro progenitor desde la separación. Las frecuencias más bajas se presentaron en las familias que presentaron los conflictos referidos y no tenían antecedentes de conflicto coparental. No se encontró asociación del conflicto coparental con los conflictos de diferencias, ni con los celos.
El estudio de asociación del parentaje paralelo con los conflictos familiares solo reveló la existencia de diferencias significativas con las culpas (
*
El estudio refleja la relación del manejo emocional de la ruptura conyugal y la manera de asumir la coparentalidad con los problemas que surgen en la familia reconstituida a partir de la llegada al hogar del padrastro o la madrastra. Los resultados sugieren la necesidad de que las personas que van a constituir una familia teniendo hijos de relaciones previas hayan resuelto los conflictos de la relación conyugal anterior y los derivados de la ruptura.
Pudiera interpretarse que para evitar los problemas familiares relacionados con divorcios mal resueltos es el progenitor, que convive con los hijos propios y la nueva pareja, quien tiene que iniciar la relación después de saldar deudas y culpas con el ex. Sin embargo, los resultados apuntan a que es más probable que surjan conflictos cuando confluyen los dilemas de la madre y el padre (con independencia de quien vive con los hijos) y los del padrastro o la madrastra conviviente y su ex, si no elaboraron correctamente el duelo por la pérdida de la pareja y de la familia. Si los dos miembros de la pareja mantienen el “enganche” emocional con su ex, es poco probable que uno de ellos pueda modelar comportamientos adaptativos o resolutivos en los conflictos derivados del divorcio, que sean útiles para que el cónyuge afronte su propio conflicto parental.
En las familias donde el divorcio emocional no se elaboró para ninguna de las parejas anteriores de la mujer y del hombre, los conflictos de diferencias se relacionaron, fundamentalmente, con la crianza de los hijos de sus relaciones previas, involucraron a la madre y al padre biológico según el caso y constituyeron una forma de confrontar a su expareja y “castigarlo” por el comportamiento infiel. El estudio arrojó que los progenitores tenían dificultades para adoptar acuerdos sobre los hijos, si, también, hubo desacuerdo con respecto a la decisión de separarse y sus motivos.
Si ambos miembros de la pareja tienen hijos de relaciones previas pueden llegar a anularse los vínculos con los respectivos ex; pero no sucede así con las relaciones que las madres y los padres biológicos mantienen por temas de custodia, visitas, pensiones u otros.
En las familias, donde los dos miembros de la pareja lograron el divorcio emocional antes de la unión actual, los conflictos de diferencia se expresaron en la toma de decisiones sobre asuntos de vida cotidiana como la distribución de las labores domésticas, acerca de los proyectos personales de la pareja y de los hijos y en las pautas educativas a cumplir con los hijos no comunes. No obstante, los resultados mostraron que los desacuerdos sobre la crianza de los hijos se manifestaron con mayor intensidad después del establecimiento de una nueva relación por el padre o por la madre, sobre todo, si alguna de las partes no logró el divorcio emocional antes del nuevo casamiento.
El tema de las lealtades se expresa en múltiples relaciones, pero, generalmente, hace alusión al conflicto que coloca al hijo entre los dos progenitores después de la ruptura de la pareja. Los resultados de la relación entre el divorcio emocional y los conflictos de lealtad apuntan a que los progenitores tienden a desplazar los problemas afectivos derivados de la ruptura a los hijos. La situación descrita se intensifica cuando llega un padrastro o una madrastra al hogar para “completar” el subsistema parental,
La relación entre el divorcio emocional y las culpas parece estar mediado también por la infidelidad, como antecedente en la conformación de las familias reconstituidas.
La relación del conflicto coparental con los conflictos de relación en las familias reconstituidas apunta a que el segundo puede constituir una prolongación del primero, de acuerdo con las singularidades de la nueva composición familiar. Los resultados mostraron que las confrontaciones intensas entre los excónyuges se mantuvieron y potenciaron después del establecimiento de otra relación conyugal por alguna de las partes. Estas dificultades en las relaciones interpersonales involucraron a la actual pareja conyugal, a los hijos no comunes y a los padres, y derivaron en el cuestionamiento y la negación del padrastro o la madrastra por los hijastros. En algunas familias los hijos expresaron sus lealtades al padre o a la madre ausente ante el conflicto coparental y en otras repitieron el modelo de las confrontaciones que observaban entre los progenitores.
Los resultados sostienen que el dramatismo de los divorcios malignos está fijado al fracaso de la coparentalidad, porque se acompaña en general de la insuficiente separación marital; lo que produce sabotajes encubiertos, coaliciones con los hijos, coaliciones que violan las fronteras entre los subsistemas y socavan la estructura jerárquica de la familia, atrapando a los hijos en dramáticos conflictos de lealtades, en situaciones imposibles de sobrellevar.
Las culpas se expresaron en prohibiciones para la relación de los padres con sus hijos, en mayor distanciamiento de la pareja parental o ausencia paterna, más que en confrontaciones entre la pareja parental. La desvinculación de los progenitores para el desempeño de los roles materno y paterno desde que estaban casados se manifestó como una característica del funcionamiento de las parejas y constituyó un factor que predispuso a la ruptura y que se exacerbó como derivado de esta. Estas serían parejas parentales demasiado divorciadas que han claudicado en sus funciones.
Los resultados apoyan que la experiencia del divorcio o la separación “afectan no solo a los hijos sino, también, a los padres cuya vida no termina con la ruptura, sino que […] continúa y se reorganiza. […] porque algunas de las personas que se separan forman nuevas uniones familiares e incorporan a ellas a los hijos de las uniones previas”
Puede interpretarse que el parentaje paralelo, el conflicto coparental y el divorcio emocional son dinámicas potencialmente conflictivas de la historia de las parejas parentales y constituyen factores de riesgo para la reconstitución familiar, sin embargo, no se encontraron reportes de investigaciones con diseños similares que permitieran contrastar los resultados.
Los resultados permiten argumentar la perspectiva teórica de abordar a la familia reconstituida como una configuración que excede los límites físicos y psicológicos del hogar donde viven la madre o el padre que estableció una nueva relación y los hijos de uniones previas.
Lo que permite concluir que, las dinámicas relacionales estudiadas de las parejas parentales son potencialmente conflictivas y constituyen factores de riesgo para la reconstitución familiar y la funcionalidad de las familias reconstituidas.
Familias reconstituidas es un término asumido por los autores.
Proyecto de investigación nacional (2015-2018) cuya unidad ejecutora fue la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río, dirigido por Diana Barón Hernández. Las investigaciones que constituyeron salidas del proyecto y el informe final están registrados en la propia universidad (todas las notas son de los autores).