Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.
El aislamiento social y la cuarentena durante la pandemia de COVID-19 constituyen medidas efectivas con el objetivo de salvaguardar vidas. Sin embargo, estas medidas traen consigo un importante costo para la salud mental. El monitoreo de las reacciones psicológicas derivadas de las restricciones obligatorias de movimiento durante la pandemia de COVID-19, debe constituir una prioridad para los sistemas de salud.
Analizar la evidencia disponible sobre el impacto negativo de la cuarentena y el aislamiento social en la salud mental.
Se realizó una revisión bibliográfica y documental sobre el tema en fuentes de datos digitales. Para la búsqueda se utilizaron, en inglés y español, las siguientes palabras claves: cuarentena, aislamiento social, impacto psicológico, reacción psicológica. Las consultas se realizaron en Scopus, EBSCO Health, PubMed (buscador), SciELO y PsycINFO, con énfasis en artículos originales y revisiones sistemáticas. Para la recolección de los datos se elaboró una ficha instructiva y para su tratamiento se aplicó el análisis de contenido de tipo directo.
Acciones tales como mantener a la población informada, facilitar canales de retroalimentación, garantizar los suministros básicos y facilitar estrategias de afrontamiento al estrés permiten minimizar los efectos negativos de un periodo de cuarentena. Las dificultades asociadas a la COVID-19 no concluirán 28 días después del último caso diagnosticado. Cuando llegue ese momento, se podrá tomar un respiro breve, pero faltará todavía mucho por hacer.
Social isolation and quarantine during COVID-19 pandemic are effective measures with the aim of safeguarding lifes. However, these measures bring an important cost for mental health. Monitoring psychological reactions derivative of movement´s obligatory restrictions during COVID-19 pandemics must represent a priority for all health systems.
To analyze available evidence on the negative impact in mental health of quarantine and social isolation.
It was carried out a bibliographic and documents review in digital data sources on the topic. Fort the search in English and Spanish the following words were used: quarantine, social isolation, psychological impact, psychological reaction. The search was made in Scopus, EBSCO Health, PubMed (search engine), SciELO and PsycINFO focusing in original articles and systematic reviews. For data collection, it was made an instructional sheet and for its use it was applied direct content analysis.
Actions like to keep the population informed, to facilitate access to feedback channels, to guarantee basic supplies and to facilitate strategies for coping with stress allow to minimize the negative impacts of a quarantine period. Difficulties associated to COVID-19 will not end 28 days after the last diagnosed case. When that moment comes it will be time for a short brake, but there will be still a lot to do.
La pandemia de la COVID-19 constituye una emergencia global, con un elevado impacto en la salud pública, incluida la salud mental.
El término cuarentena hace referencia a la separación y restricción de movimiento de personas que han sido expuestas a enfermedades contagiosas, o que se encuentran en riesgo de contagio, para de esta forma reducir el riesgo de transmisión de una enfermedad.
Mientras que el establecimiento de un periodo de cuarentena puede constituir una medida inevitable (y efectiva) con el objetivo de salvaguardar vidas,
Aunque en el mundo han predominado las medidas de cuarentena absoluta, en Cuba se ha llamado a la reclusión domiciliaria voluntaria, y en menor medida se ha dispuesto la cuarentena obligatoria. La primera medida de cuarentena fue reportada el 31 de marzo de 2020, en el municipio Consolación del Sur (Comunidad Camilo Cienfuegos) de la provincia de Pinar del Río. Posteriormente se incorporaron cuatro áreas del municipio Cabaiguán (provincia Sancti Spiritus), tres zonas de Nueva Gerona (Isla de la Juventud), Florencia y Turiguanó (provincia Ciego de Ávila), dos zonas en el municipio Camajuaní (Villa Clara), entre otras. De esta manera siempre que existe rebrote de la enfermedad se ha estado implementado la cuarentena como medida para evitar su propagación.
En este sentido, el monitoreo de las reacciones psicológicas derivadas de las restricciones obligatorias de movimiento (cuarentenas), así como de los periodos de aislamiento social prolongados durante la pandemia de COVID-19, debe constituir una prioridad para los sistemas de salud.
Partiendo de estas líneas de trabajo propuestas, en la presente revisión se estudian, de acuerdo a la evidencia científica disponible, los principales impactos psicológicos resultantes de periodos de cuarentena y de aislamiento social. Con su elaboración se persigue disponer de información basada en la evidencia científica sobre el impacto del encierro obligatorio sobre la salud mental, a fin de que se facilite la toma de decisiones sanitarias y gubernamentales y de esta manera favorecer el diseño de investigaciones e intervenciones que permitan minimizar las reacciones psicológicas negativas como resultado de un periodo de cuarentena. De ahí que su objetivo general sea analizar la evidencia disponible sobre el impacto negativo de la cuarentena y el aislamiento social en la salud mental.
Se realizó una revisión bibliográfica y documental sobre el tema en fuentes de datos digitales. Para la búsqueda se utilizaron, en inglés y español, las siguientes palabras clave: cuarentena, aislamiento social, impacto psicológico, reacción psicológica. Las consultas se realizaron en Scopus, EBSCO Health, PubMed (buscador), SciELO y PsycINFO, con énfasis en artículos originales y revisiones sistemáticas. Para la recolección de los datos se elaboró una ficha instructiva y para su tratamiento se aplicó el análisis de contenido de tipo directo.
Los resultados se presentan en clúster de acuerdo a los grupos poblacionales de mayor vulnerabilidad, como, por ejemplo, personal sanitario, niños y adolescentes y también adultos mayores.
Dentro de las manifestaciones reportadas con mayor frecuencia en los estudios consultados se encontraron los trastornos emocionales, depresión, estrés, apatía, irritabilidad, insomnio, trastorno de estrés postraumático, ira y agotamiento emocional.
En el personal de salud se reportaron, luego de periodos de cuarentena donde prestaron servicio asistencial, mayores niveles de estrés en comparación con el personal sanitario que no estuvo sometidos a esta restricción. En los estudios realizados el personal sanitario se mostró especialmente vulnerable a los elevados niveles de agotamiento mental, irritabilidad, insomnio, dificultades de concentración, dificultades graves en la toma de decisiones laborales y bajo rendimiento laboral. A largo plazo, los médicos y enfermeras que se encontraban en cuarentena (por prestar asistencia a pacientes contagiados) mostraron mayor vulnerabilidad para desarrollar trastorno de estrés postraumático, en los 3 años posteriores al fin de la epidemia/pandemia. Como tendencia general, cerca del 9 % del personal de salud que prestó servicios durante la cuarentena, durante los siguientes 3 años, mostró síntomas graves de depresión.
Los niños y adolescentes en cuarentena, durante la aplicación de pruebas para comprobar la presencia de síntomas de estrés postraumático, suelen mostrar puntuaciones tres veces mayor (como promedio) en comparación con niños que no han experimentado reclusión. Los estudios en este campo sugieren que los niños son más propensos a desarrollar trastorno de estrés agudo, trastornos de adaptación y aproximadamente el 30 % de ellos desarrollan, posteriormente, trastorno de estrés postraumático. Las reacciones suelen agravarse cuando por razones epidemiológicas, el protocolo de tratamiento conlleva a la separación del niño de sus cuidadores.
Los adultos mayores se encuentran entre los grupos más vulnerables durante la pandemia de COVID-19 y también entre los más segregados.
Estudios recientes confirman que el efecto del confinamiento en los adultos mayores, durante la pandemia de COVID-19 ha conllevado a un profundo deterioro de la salud mental en estas personas.
Además, se ha observado un agravamiento de condiciones preexistentes, como la diabetes, hipertensión arterial, angina de pecho y eventos cardiacos, así como de condiciones psiquiátricas (trastornos depresivos, ansiosos, obsesivo-compulsivo, abuso de sustancias y déficit neurocognitivos).
Una revisión sistemática publicada recientemente analizó las variables que acentuaban las reacciones de estrés en el trascurso de las cuarentenas.
Otros elementos potencialmente estresantes son la frustración y el aburrimiento. El confinamiento, la pérdida de las rutinas diarias, la reducción del contacto social son causas frecuentes de frustración. Se plantea la existencia de un aumento sostenido de estas manifestaciones en la medida que se incrementa la duración de la cuarentena. Otra variable recurrente en los estudios consultados, generador de estados de ansiedad, ira y estrés es el referido a los abastecimientos inadecuados e insuficientes. Esta manifestación se encuentra entre las más frecuentes mundialmente, es causa de elevados niveles de ansiedad que se mantienen entre 4 y 6 meses posteriores al fin de la cuarentena. En este estudio de
Por último, estos autores plantean que la existencia de información inadecuada, así como su presentación en formatos poco atractivos, constituye causa frecuente de malestar psicológico en las personas en cuarentena. La falta de claridad en los mensajes, la existencia de mensajes contradictorios entre distintas fuentes, falta de transparencia gubernamental y dificultades para comunicar problemáticas a las autoridades durante la cuarentena, figuran entre los principales factores generadores de estrés.
Como principales estresores posteriores al periodo de cuarentena los autores señalan las finanzas y el estigma (rechazo) social. En el caso de las finanzas, las dificultades económicas son reportadas como la principal causa de alteraciones psicológicas en el periodo posterior a la cuarentena, predominando por esta causa las manifestaciones de ansiedad, ira y depresión. Por su parte, el estigma social fue reportado por personas que padecieron la enfermedad (por ejemplo, SARS) y también por el personal de salud. Los que refirieron la existencia de rechazo de los demás hacia ellos, evitación del contacto directo, separación súbita de los miembros de un grupo cuando ellos se aproximaban, disminución de las visitas, entre otras manifestaciones. Estos comportamientos incrementaron considerablemente las experiencias de ira, frustración, depresión y ansiedad.
Reducir el tiempo de duración de la medida tanto como sea posible: el tiempo de duración de las cuarentenas, de acuerdo a los resultados, es el mayor predictor de alteraciones psicológicas a mediano y largo plazo. En la medida que se extiende el tiempo de cuarentena podría observarse mayor desobediencia civil, la depresión se desplaza por la ansiedad y la ira y las manifestaciones de violencia se incrementan exponencialmente. Ofrecer la mayor cantidad de información posible y mantener canales de retroalimentación abiertos: en las personas en cuarentena, mal informadas, se incrementan los pensamientos catastróficos y se disparan los seudosíntomas asociados a la enfermedad. Insistir en todo momento sobre la necesidad de la cuarentena y cómo su implementación está dando resultado es una excelente estrategia para disminuir la ansiedad e incrementar la responsabilidad. Facilitar el acceso a suministros: el miedo a quedarse sin alimentos y medicinas y la incertidumbre de cómo podrían ser adquiridos es un factor que conlleva a la desobediencia civil, pues incrementa la frustración, y maximiza la autopreservación. Crear sistemas sistemáticos de abastecimientos indispensables es un factor que reduce la ansiedad e incrementa los sentimientos de colaboración y disciplina social. Incrementar las estrategias de afrontamiento al estrés y generar contactos sociales positivos: además de ofrecer información sobre la enfermedad, urge formar habilidades para un afrontamiento activo al estrés, tanto en población general como en personal de salud. Establecer líneas de consejería telefónica, elaborar y distribuir materiales de autoayuda elaborada por profesionales y sobre la base de la evidencia, son algunas estrategias que pueden implementarse. Adicionalmente, puede resultar muy útil que las personas que realizan pesquisas médicas tengan un enfoque comunicativo positivo, transmitan aliento y faciliten estrategias de afrontamiento al estés. El personal de salud merece atención diferenciada: como se explicó anteriormente en este reporte, los especialistas de salud son vulnerables a experimentar manifestaciones psicológicas desadaptativas a causa de su propia actividad profesional. Ofrecer atención especializada al personal de salud es también una manera de preservar su bienestar y la integridad del sistema de salud en general. Para ello debe facilitarse el acceso a la realización de investigaciones que permitan precisar las dificultades que predominan en estos profesionales, para en consonancia articular sistemas de intervención efectivos y eficaces.
Existe una línea de trabajo que no se constató en los estudios revisados. Las investigaciones enfatizaron en todo momento en las dimensiones negativas del aislamiento social, profundizando en los aspectos que incrementan la vulnerabilidad, pero nunca en los factores que protegen contra la adversidad y modulan, favorablemente, la respuesta ante estas situaciones. Urge el tratamiento de esta problemática desde un enfoque positivo, donde se consideren categorías como resiliencia, optimismo, bienestar psicológico, personalidad resistente, espiritualidad, entre muchas otras.
Si bien resulta indispensable estimar el impacto psicológico negativo que la cuarentena y el aislamiento social tendrán en personas y grupos sociales, no se puede obviar a quienes transitan por esta situación y salen fortalecidos y saludables mentalmente. En ellos también debemos concentrarnos, porque en sus modos de afrontar el estrés, en su capacidad de adaptación a las circunstancias desfavorables, se encontrarán respuestas útiles para quienes reclamen ayuda de los profesionales de la salud mental.
En término general, la evidencia indica que el establecimiento de periodos de cuarentena, si bien es una medida imprescindible, trae consigo consecuencias psicológicas que deben ser reconocidas y tratadas oportunamente. Una medida de cuarentena implica, inevitablemente, la restricción de la libertad de las personas, lo cual trae consigo importantes manifestaciones psicológicas que pueden impactar negativamente en el bienestar global de los individuos, no solo en el corto plazo, sino también durante mucho tiempo después de haber concluido.
Prever las consecuencias negativas del encierro, así como su manejo adecuado, es imprescindible durante todo el tiempo que dure la restricción. Además, resulta necesario fortalecer los servicios de salud mental, tanto en la dimensión asistencial como científica.
Acciones tales como mantener a la población informada, facilitar canales de retroalimentación, garantizar los suministros básicos y facilitar estrategias de afrontamiento al estrés permiten minimizar los efectos negativos de un periodo de cuarentena. Las dificultades asociadas a la COVID-19 no concluirán 28 días después del último caso diagnosticado. Cuando llegue ese momento, se podrá tomar un respiro breve, pero faltará todavía mucho por hacer.